Elogio de Elena de Troya

La palabra es un poderoso soberano, que con un cuerpo pequeñísimo y completamente invisible, lleva a cabo empresas divinas. Puede por ejemplo, acabar con el miedo, desterrar la aflicción, producir alegría o intensificar la compasión”. 
                                                              Gorgias, “Encomio a Helena

Para analizar el efecto que producen las palabras en ciertas circunstancias, Gorgias hace la siguiente analogía: las palabras son al alma como la medicina al cuerpo. Con palabras se puede entristecer, curar, alegrar, enfermar, narcotizar; otra química y los mismos efectos. Gorgias de Lentini vivió ciento ocho años, y cuando le llego el momento fatal, profirió esta palabras: "Ya Hipnos (el sueño) empieza a entregarme a su hermano Tanatos(la muerte)".Thanatos es ese sueño del que jamás se despierta.
Las primeras noticias de su vida nos refieren a una embajada enviada por los lentineses a Atenas,con el fin de obtener ayuda militar contra Siracusa. El jefe de la misión era Gorgias, que se presento en el ágora de Atenas vestido de púrpura de la cabeza a los pies y provocando la admiración de la multitud.
La retórica o arte de seducir con la palabra nació en Sicilia. Y Gorgias de Lentini fue su maestro, y para disculpar a la mujer más censurada de la Antiguedad, la bellisima Helena, supuesta causa de la guerra de Troya,sostuvo que fue encantada por las palabras de su amante.
“Encomio a Helena” es algo más que la simple defensa de un personaje denigrado. En esta pieza retórica Gorgias se propone explicar (y justificar) lo, hasta ese momento, injustificable: la inocencia de Helena cuando se dejó seducir por París. ¿Quién sabe qué le dijo? Aunque, se trata más bien de un homenaje a la palabra, una demostración del arte de modelar la opinión aplicada a un hecho que la mayoría da por supuesto (la culpabilidad de Helena) y que sin embargo Gorgias consigue poner en tela de juicio con hermosas palabras. Nos muestra el poder de convicción del discurso oratorio, instrumento imprescindible para jugar al arte de la persuasión.
 Platón llamó a los retóricos "encantadores de serpientes".
Gorgias refuta las cuatro principales acusaciones que se le hacen. 
      Si Helena marchó a Troya por un designio divino esto sería irreprochable, pues los hados no pueden ser cuestionados por los mortales. 
      Si Helena fue raptada con violencia, tampoco se le puede increpar por tal razón, puesto que no habría sido voluntad de Helena, por tanto no guardaría culpa, sino que más bien habría que compadecerla.  
       En el caso de que su marcha hubiera sido fruto de la persuasión de la palabra, también quedaría exculpada, ya que el hechizo elocuente obra en el que escucha de igual manera que si esta fuera llevada en contra de su voluntad, debido a que tiene la facultad de confundir la opinión del alma de forma necesaria, independientemente de que sea dicho con verdad o no. 
        En último lugar, si Helena huyó con Alejandro por amor, tampoco se le debe incriminar por ello, dado que el amor es imprevisible y goza de una naturaleza divina que le otorga primacía sobre otros asuntos del alma.
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